Publicado en Eppur mi Muovo el 02/ 11/ 2008
Nos conocimos en Enero. Tú tenías la nariz roja por el constipado y yo temblaba, no logro recordar si por el frio.
Nos dedicamos a recorrer cafeterías en busca de aquella que mereciese nuestra conversación. La del centro, junto a la tienda de libros antiguos, allí charlábamos de literatura y luego nos comprábamos un libro que leíamos con prisa para poder regresar juntos. La cafetería de tu barrio para hablar de ti, la del mio para hablar de mí y el café en casa para hablar de nosotros.
En Febrero celebramos nuestro propio San Valentin.
Regalos raquíticos para evitar la compra-venta innecesaria de un amor innecesario y demasiado corto como este mes en años no bisiestos.
Llegó Marzo con su calor y tus escotes. Con besos que me robabas y otros que te cedía.
Con el polen, los estornudos, los ojos rojo Vispring y las pituitarias desbocadas. Ya no temblaba, no recuerdo si porque ya no hacía frio.
En Abril, tras las pertinentes lluvias y las impertinentes contestaciones se desató la primera tempestad.
Tormenta perfecta que salvamos cual marinos curtidos en mil tempestades, que no se asustan de un horizonte negro sin visos de escampar. Logramos estabilizar un barco que hacia aguas.
Entonces crecieron las flores de plástico en tu jarrón. Fuimos felices entre Janis Joplin y Jimi Hendrix un lunes a las 9 de la mañana. Desayunamos con los barrenderos y hablamos de literatura en aquella cafetería del extrarradio.
Era Mayo. Terminó dejando atrás un reguero de nervios pre-evaluación deambulando por la biblioteca.
En Junio nos examinamos y suspendimos. Aunque terminamos la carrera.
En la revisión del examen aprobamos justitos descontando los fallos y la sinrazón. Celebramos el fin de curso brindando por nuestros "seis meses de felicidad incompleta".
De nuevo eramos felices un Viernes las 9 de la noche entre toallas en una playa desierta llena de gente. San Fermin era un vago recuerdo en nuestras cámaras de fotos.
Entonces terminaba Julio.
Agosto trajo sus 15 dias de vacaciones y un calor excesivo.
Pasó desapercibido camuflado en la somnolencia de las siestas documentadas de la 2. La ciudad había dejado de respirar y los Telediarios se nutrían de noticias forzosas y aburridas.
Volvieron los nervios pre-evaluación, era Septiembre.
Evaluar esta parte de nuestra vida nos reportaba trazas de felicidad e infelicidad en un volumen cuantitativo similar pero cualitativamente diferente. Suspendimos. Esta vez ni siquiera hubo ninguna revisión posible.
Octubre dio comienzo a un curso en el que no te matriculaste.
Tu solicitud estaba fuera de plazo y las Erasmus habían usurpado tu lado de la cama. Poco a poco desaparecieron dejándome disfrutar de 135 centímetros de satisfacción, la anchura exacta de mis sueños.
Noviembre es un mes frio.
El otoño hizo mella en las copas de los árboles. La soledad que se habia apoderado de mi habitación solo era interrumpida por ocasionales escenas de sexo impúdico.Terminó y todavía no había celebrado que tú tenías un nuevo novio.
Ella apareció en Diciembre. Un regalo navideño con fecha de caducidad.
El 28 echamos dos polvos; el mio por puro placer, el suyo por amor.Inocente. Comimos once uvas a las once de la noche del 30 para desafiar a la suerte. Y juntos vimos cambiar el último número de un calendario repleto de ideas absurdas y risas contagiosas.
Ahora tú ya no vas ayudarme con la cuesta de Enero y Ella se ha desvanecido en las ideas dispersas de corazones rebajados. Mientras yo sigo aquí... temblando.
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